Bien, pues esta será la tercera entrega de mi viaje a Italia (si la hago de emoción, pero, déjenme ser)
Antes de seguir en el orden cronológico, olvidé registrar en la anterior entrada que en el norte de Italia no se celebra el día de Reyes, en lugar de ello, el 13 diciembre celebran la fiesta de Santa Lucia, martir cristiana del año 304, cuyos restos aún se exhiben en una iglesia de Venecia.
Desde el norte de Italia, hasta el norte de Europa, las celebraciones navideñas comienzan ese día.
Dinamarca , Noruega, Finlandia, Suecia e Italia, comparten esta tradición. Su origen se remonta a la Sicilia medieval. Cada 13 de diciembre se festeja, con miles de velas y en multitudinarias procesiones, la llegada de Lucía, la santa que trae la luz. Las marchas que atraviesan las ciudades están encabezadas por una muchacha, con el cabello rodeado por una corona y vestida con una traje blanco, que lleva en sus manos unas velas como símbolo de luminosidad y paz. En las escuelas también se usa elegir a la Santa Lucía del año. Ese día también nos llevaron a cenar a un restaurante que está en la cima de Bérgamo, desde donde pudimos observar una vista maravillosa, una cena exquisita y curioso, entre las canciones que tocaban en la radio, escuchamos a Julieta Venegas.
Esta festividad va acompañada de regalos a los niños, que la Santa les trae.
Bien, el 15 estaba yo en Venecia decidiendo que hacer el fin de semana, los Bergameños me sugerían Florencia o Pisa, por estar relativamente cerca de Bérgamos, pero al final me decidí por Roma, no podía irme de Italia sin conocer la ciudad base de la cultura occidental. Cabe aqui mencionar que en el tren de regreso de Venecia, la joven que estaba enfrente de mi, era todo un caso, se llamaba Laura Longinotti, y aparte de que hablaba hasta por los codos, tenia una indumentaria muy especial, un tanto hippie, con un sombrero del estilo de los 30 y estaba firmemente ocupada en envolver con periódico el regalo de su novio (una cajetilla de marlboro) decorada con unos plumones que traia que finalmente terminó con un "Boun Natale Amore mio, tua e solo tua". Interesante lo que ve uno.
Así que compré mis boletos de tren y al otro día me marché a las 6 de la mañana hacia Roma. Esta vez si aplicó la de "Todos los caminos llevan a Roma".
Llegué aproximadamente a las 12 del día, en un tren que iba en promedio a 270 km/h, fue un viaje un poco pesado, pues como no era primera clase, no podía estirar muy bien mis piernas y aunque caminé, llegué un poco adolorido a la estación.
Me hospedé en un hotel de menos estrellas que en Bérgamo, pero 2 euros más caro, desde ahi supe que Roma sería bastante costosa. Una vez instalado, tomé mi cámara, mi mapa de la ciudad y listo, a recorrer.
Es impresionante ver una ciudad donde, literalmente en cada esquina, hay un monumento, edificio o ruina. Es una ciudad que huele a historia y que conserva esa magia de poder compenetrar tantos y tantos siglos sin perderse en ello.
Mi primer objetivo era el Coliseo, así que de mi hotel, que quedaba al sur de la ciudad, me encaminé hacia este. En el camino me encontré con la Catedral de San Juan de Letrán. Uno de los templos más destacados de la cristiandad, durante mil años, desde el año 324 hasta el 1400 (época en que los Papas se fueron a vivir a Avignon, en Francia), la casa contigua a la Basílica y que se llamó "Palacio de Letrán", fue la residencia de los Pontífices, y allí se celebraron cinco Concilios. En este palacio se celebró en 1929 el tratado de paz entre el Vaticano y el gobierno de Italia (Tratado de Letrán).
Cuando los Papas volvieron de Avignon, se trasladaron a vivir al Vaticano. Ahora en el Palacio de Letrán vive el Vicario de Roma, o sea el Cardenal al cual el Sumo Pontífice encarga de gobernar la Iglesia de esa ciudad, es decir que es la Iglesia más importante de Roma.
Tomando la calle, con el mismo nombre (San Giovanni in Laterano) llegué al Coliseo. Que decir que no se haya dicho ya, es bastante impresionante, desde unas cuadras antes ir observandolo, para finalmente llegar a esa gran obra de arquitectura e ingeniería romanas. Tuve la suerte de que un tour en español comenzaba en ese momento, así que la explicación me tocó en mi idioma. Poco me dijeron que no supiera, pero es interesante escuchar la explicación y viendo al mismo tiempo, en vivo cada parte que está siendo explicada. Así que estuve un buen rato en el Anfiteatro Flavio, su nombre oficial, su construcción se inició en el año 72 durante el gobierno de Vespasiano, emperador de la dinastía flavia, concluyéndose las obras hacia el año 80 reinado de su hijo Tito. El nombre de Coliseo, procedente de "coloso", le venía dado porque en sus cercanías se levantaba una escultura colosal del emperador Nerón, hoy desaparecida.
Lo que si se puede apreciar es el Arco de Costantino, justo a un lado del Coliseo, que conmemora la victoria de Constantino sobre su rival Majencio en la batalla de Saxa Rubra, conquistando Dacia (aproximadamente lo que hoy es Rumania) en el 315 d.C. Se erige el Arco de Triunfo.
Las ruinas del foro romano se extienden en el camino desde el coliseo hasta el Monumento a Victor Manuel II, en la Plaza Venecia llamado también "Victoriano", el monumento más grande de Italia. Fue diseñado por Giuseppe Sacconi y inaugurado en 1911 para celebrar la indipendencia de Italia. Este gigantesco monumento fue levantado en honor del rey Victor Manuel II, que en 1870 hizo de Italia un reino unificado con capital en Roma. Al pie de la estatua de Roma está el altar de la patria y la tumba del soldado desconocido caido en la guerra de 1915-1918. Cabe decir que de todos los monumentos que vi, este, es le que más me impresionó, es un monumental, valga la expresión, enorme, majestuoso y es un monumento, es decir, no es un edificio aunque sea del tamaño de uno.
Posteriormente me encaminé hacia la Fuente de Trevi, un poco escondida, pero preguntando en mi magnífico italiano (nótese la ironía) llegué. Abarca la fachada entera del Palacio Poli, con varias cascadas y figuras acuáticas de la mitología entre ellas el dios Neptuno. Construida entre el 1732 y 1751. El espacio reducido en que se encuentra hace resaltar aún más su inmensidad.
Según dicta la tradición, echar una moneda a la fuente es de buena suerte y beber de sus aguas, asegurará el regreso a Roma. Esto último no lo supe hasta la noche que lei un poco sobre lo que visité en el día, así que como no habia bebido de ella, al otro día me di una escapada de regreso para cumplir con la tradición, pues como dice el dicho "when in Rome do as the Romans do" o la versión más antigua de San Agustín "Si fueris Romae, Romano vivito more; si fueris alibi, vivito sicut ibi".
Ahi mi cuerpo ya me exigió un descanso, no habia comido y ya llevaba más de 5 horas de recorrido por la ciudad, así que me senté en una pequeña pizzería, para cenar. Al pagar, el dependiente reconoció enseguida que era mexicano, pues llevaba una cartera, de esas que venden en los puestos de artesanias, que decia Guadalajara, así que el pizzero, me preguntó si habia viajado alguna vez a México a Guadalajara, a lo que ya contesté que yo era Mexicano. Cabe decir que en Roma dos veces se sorprendieron de que no fuera italiano, porque decian que parecía.. .lástima que en el norte donde están los guapos no lo dijeron jajaja.
De ahi, fue menester regresar al hotel , pues ya eran tarde, en realidad como las 20 hrs, pero como era todavía como dos horas de camino de regreso al hotel, me encaminé.
Ya en el hotel, preparé, con un poco más de dedicación mi siguiente día, el domingo, pero eso señores, es otra historia que será contada en otro momento...
El coliseo en la noche, de regreso:
P.D. Den click en las imágenes para verlas de buena tamaño