Fue un viaje muy agradable, no sólo por el lugar, sino también por la compañía.
Es un hecho que descanse mentalmente de las presiones laborales, de los nerviosismos personales y hasta de las incertidumbres electorales.
A destacar, la experiencia a la que mi amiga Ana, nos incitó, el bucear. Fue raro, mis oidos se negaban a cooperar al principio, pero fuera de una alergía extraña a los corales, todo salió bien. Una vista muy padre, una sensación rara, pero agradable. Que también me puso a reflexionar sobre el espíritu conquistador del humano. Somos una raza conquistadora, que se sobrepone a las limitaciones físicas que la naturaleza le impuso. El suelo es nuestro, aunque es tan nuestro que hemos, soberbiamente, destruido mucho de él; nos impusimos en el aire, haciendo realidad el sueño de Da Vinci y al final, dos ambientes para los que definitivamente no estamos hechos, la profundidad del oceano y el espacio... estas son las grandes fronteras que se nos escapan, pero que al final empezamos a adentrar. Esperemos que con más responsabilidad que en los otros ámbitos
Fueron pocos días, pero muy agradables. Espero que la experiencia pueda repetirse más seguido.
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